Gabriel Pereira trabaja en un confinamiento bajo techo en el Chaco central. En diálogo con Valor Agregado de radio Carve, Pereira contó que es un apasionado por la ovinocultura en Uruguay, en donde trabaja a pequeña escala. “Soy de sangre vasca y tengo una beta ovina que me tira”, confesó.

Paraguay siempre está a tope con la ganadería vacuna, pero el ovino aún está “en pañales”. Si bien hay muchas cabañas, en carne se ha avanzado muy poco hasta el momento.

En el Chaco central hay tres cooperativas menonitas y Pereira vive en una de ellas junto a su familia. Allí armó un proyecto de carne de cordero para una cooperativa.

Así trabaja en un confinamiento bajo techo en donde la cooperativa compra corderos destetados de 25 a 29 kilos en promedio. Los animales tienen 45 días de encierro y se logran 38 kilos en pie. Eso se faena y se vende en Asunción. La capacidad es de 350 animales, en tres categorías: hasta 29 kilos, de 30 a 34 kilos y hasta 40 para faena. Todo se realiza bajo techo, dado que en Paraguay hay un promedio de nueve meses de mucho calor y la comida se seca fácil. Sin embargo, bajo techo logran que la comida se mantenga con humedad.

Sobre las razas, informó que la base de madres son Santa Inés, un animal flaco parecido a una cabra, sin lana. Es la raza que más hay en Paraguay. Pereira le sumó Dorper, Texel y Hampshire.

La producción es volcada en un 100% para el mercado interno.

El proyecto ovino se compone por 4.000 vientres con una venta anual de 2.000 corderos por año. Puesto en el supermercado en Paraguay el valor de venta es 5,5 dólares por kilo carcasa (38 kilos).

“El potencial de Paraguay para producir carne de cordero es impresionante. Tenemos un costo bajísimo de mano de obra, energía eléctrica e insumos baratos. Tenemos una gran ventaja respecto a Uruguay. Está todo para hacer en carne. La parte de cabaña está más adelantada”, concluyó. (Ovinews)